Rubén Darío: Parte II

Rubén Darío: Parte II

Las cartas que el escritor y novelista español Juan Valera dirigiera a Rubén Darío, en relación a la calidad del libro “Azul” y reconociendo al escritor como un prosista y poeta de talento, fueron tan importantes para el futuro de Rubén, a partir de la segunda edición del libro y en todas las ediciones siguientes, incorporaba las dos cartas como una especie de preámbulo a la obra.

De El Salvador, Rubén Darío pasó a la República de Costa Rica donde nació su primer hijo. Al poco tiempo, con motivo de las celebraciones del cuarto centenario del Descubrimiento de América en 1892, fue enviado a Madrid como representante nicaragüense, viaje que aprovechó para comenzar a conocer los grandes escritores europeos de ese momento. En 1893 muere su esposa y en el corto plazo se casa con Rosario Murillo. Viaja a París donde es introducido en los ambientes bohemios de la ciudad. De allí se va de nuevo a Buenos Aires a colaborar con varios periódicos y publicó otros dos libros: “Los Raros” y “Prosas profanas y otros poemas”, que representaron la definitiva consagración del modernismo literario en español.

Rubén Darío trabajaba para el diario argentino La Nación cuyos directivos sintieron la necesidad de tener un corresponsal para Europa, asentado en Madrid, y designaron al poeta para ocupar esta posición enviándolo a la capital española. En España permanece varios años y estando su esposa Rosario Murillo en Nicaragua, Rubén inicia una relación de pareja con Francisca Sánchez del Pozo, quien era una muchacha campesina, hija del jardinero, analfabeta, a quien enseñó a leer y escribir, y a la postre se convirtió en el verdadero amor de su vida como lo reveló en sus escritos. Su esposa fue a Madrid y le reclamó un divorcio con unas peticiones tan grandes que Rubén no pudo aceptar por ser imposibles de cubrir, por lo que se mantuvo casado con ella pero viviendo en España con Francisca. Tuvieron varios hijos de los cuales sobrevivieron dos, y Rubén Darío, cuando se regresa a Nicaragua en 1915, los dejó prácticamente abandonados al morir en Managua en el año 1916.

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A la larga Francisca logró contraer matrimonio con un buen hombre que la ayudó a recolectar la obra de Rubén Darío. En 1956, Francisca Sánchez donó al gobierno de España el archivo de Rubén Darío, el cual se encuentra en la Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid.

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