Situaciones que todo viajero curioso amará de viajar por Bolivia

Situaciones que todo viajero curioso amará de viajar por Bolivia

Un viajero curioso ama cualquier situación extraordinaria, disfruta de integrarse en un lugar aunque conozca casi nada del mismo y hasta tiene dotes de actor, pues no le teme al ridículo y mucho menos nombra la palabra pena en sus conversaciones diarias.

Cuando viajas a Bolivia, además de deslumbrarte con sus colores extra-saturados, su cotidianidad te será tan extraña que, a ratos, sentirás que estás viviendo en una película de ficción y no porque sea una mentira todo lo que observes, sino que en Bolivia lo increíble es lo más normal y el sentido común tiene otros significados. Si no me crees, lee estas cinco situaciones que te harán amar a Bolivia con todo tu corazón:

  1. Viajas en bus y de pronto se queda varado sin explicación alguna

Me atrevería a decir que cualquier viaje en bus por territorio boliviano es una hazaña y más aún si tu presupuesto es corto. Prepárate para quedar varado en medio de una carretera por hasta 30 minutos sin saber qué pasa, observar a tu alrededor y verlos a todos dormidos (despreocupados) y tú ahí intercambiando miradas con otros viajeros que buscan fuera de la ventana alguna explicación. Puede que algún local se despierte y te ofrezca hipótesis como el chofer se fue a orinar, anda visitando a la mujer o bajó a ver las estrellas.

La parte más extravagante es que el episodio puede repetirse varias veces en un mismo trayecto y la situación parece tan normal que terminas adaptándote y ya te duermes sin ningún problema, dejando a un lado el conteo del tiempo.

  1. Sentirte doblemente extranjero en casi toda atracción turística

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Si vas a un museo o parque que amerite la compra de entrada te encontrarás dos filas, una para visitantes locales y otra para extranjeros. Aunque en Bolivia todo sea realmente económico si llevas moneda extranjera, la situación divertida es que no hay oportunidad de camuflarte, pues es común que apenas llegues al lugar un mismo local te envié a la fila de al lado.

La mayoría de bolivianos práctica un nacionalismo que, algunas veces, raya en lo odioso. Sabemos que la historia de este país suramericano es compleja, que fue víctima de saqueos y esclavitud, pero como buenos viajeros nos gustaría integrarnos a un lugar sin la necesidad de establecer fronteras o diferencias por nacionalidades.

Sin embargo, también es valioso ser testigos de esa actitud, ser el sujeto que desencadene esa reacción y, mucho mejor, animarte a estudiar la historia boliviana para comprender los motivos y cicatrices que parecieran estar vivas.

  1. Tratar de sostener una conversación con un local y perderte cada 5 minutos por la mezcla de lenguas

En Bolivia existen más de 30 lenguas oficiales, según la nueva constitución del 2009, y entre ellas son la Aymara y Quechua las más habladas por la mayoría de la población. La primera se corresponde a los antiguos habitantes del lago Titicaca y está en peligro de extinción según la Unesco y la segunda tiene sus orígenes en Perú y presencia en todos los andes suramericanos.

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La mayoría de vendedores en mercados, restaurantes o puestos callejeros suelen hablar una mezcla de español-aymara-quechua con total frescura, haciendo que tus conversaciones sean una suerte de adivinanzas o respuestas por instinto. Algunos disfrutan explicándote, otros se ríen en tu cara y no queda más que reírse con ellos.

  1. Dormir en una habitación con una cama de sal y la puerta abierta

Uno de los más hermosos paisajes bolivianos se encuentran regados en los alrededores de Uyuni, municipio ubicado al sudoeste del país y hogar del maravilloso salar. Para un extranjero, la única forma de llegar es pagando un tour en una agencia o irte con algún baqueano. En cualquiera de las formas, una opción apta para viajeros curiosos es pasar la noche en el hotel de sal.

Ubicado a pocos kilómetros del salar, la edificación es un derivado del mismo al que locales y empresarios han sabido sacar provecho. Todas sus habitaciones están equipadas con unas divertidas camas de sal a las que puedes pasarle el dedo (o directamente la lengua) y comprobar la calidad del material con el que fueron construidas. No conforme con esto, es común que las habitaciones no gocen de cerraduras y por lo tanto no hagan falta llaves para cerrarlas.

  1. Sentirte en un cuadro surrealista mientras caminas por el Gran Salar de Uyuni

Sus más de 10.500 km2 de superficie blanca de textura salada permiten al cielo reflejarse en ésta, provocando una suerte de cuadro surrealista en el que no sabes si estás caminando sobre el suelo o si estás flotando en el cielo. Cualquier foto que te tomes en el salar gozará de una magia increíble que te hará repensar los límites existentes entre naturaleza y humanidad.

¿Eres un viajero curioso? ¿Con cuál experiencia te identificas más?

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