Dédalo e Ícaro

Dédalo e Ícaro

En la Mitología Griega, Ícaro era hijo de Dédalo y Náucrate. Dédalo era un arquitecto a quien Minos, Rey de Creta, le encomendó que construyera lo que se conoce como el “Laberinto de Creta” para encerrar allí al Minotauro, ser mitológico con cuerpo humano y cabeza de toro que era aplacado periódicamente con sacrificios humanos. Dichos sacrificios fueron tributos que impuso Minos a los atenienses, quienes cada nueve años debían enviar siete doncellas y siete jóvenes para ser devorados por el Minotauro.

Dédalo había sido desterrado a la Isla de Creta, y luego de construir el laberinto para el Rey Minos, cayó en desgracia y fue encerrado junto a su hijo Icaro en el mismo laberinto. Tierra y mar eran controlados por Minos y sus ejércitos, lo que hacía muy difícil la huida. Pero Dédalo se dio cuenta que por el aire no había ningún tipo de control y decidió que ésta era la vía para huir de la isla. Con esta intención y aplicando sus conocimientos de arquitectura diseñó unas alas que le permitieran volar. Se dedicó a fabricar alas para él y su hijo. Comenzaron a reunir plumas de aves y Dédalo las fue uniendo entre sí con hilos, les dio una forma arqueada, y luego, cuando aparentemente les podían permitir volar, las adhirió con cera a su cuerpo y al de Icaro.

Padre e hijo realizaron vuelos cortos de prueba y Dédalo enseñó a Icaro a volar. Cuando consideraron que estaban listos para huir Dédalo le advirtió a su hijo que no volara muy alto, ya que la cercanía al sol derretiría la cera, y que no volara muy bajo porque la humedad marina mojaría sus alas, aumentaría sus pesos y eso le impediría volar. Salieron volando de Creta burlando la vigilancia impuesta por el rey Minos, volaron sobre las Islas Samos, Delos, Paros, Lebintos y Calimna. Llegó un momento cuando Ícaro se sentía dueño del espacio, y comenzó a ascender en su vuelo. La cercanía al sol hacía su efecto derritiendo la cera, hasta que se desprendieron totalmente del cuerpo del joven quien se precipitó al mar muriendo inmediatamente.

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Dédalo continuó su viaje y llegó a Sicilia, donde fue protegido por el Rey Cócalo. En esta gran isla construyó un templo a Apolo, donde colgó sus alas como una ofrenda a este poderoso dios. La tierra cercana al Mar Mediterráneo donde murió su hijo, Dédalo la llamó Icaria.

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Mitología
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