La costumbre de protestar o reclamar
Protestar es una forma de vida de muchas personas. Quienes viven reclamando o protestando es porque no han hecho el trabajo espiritual y emocional de desarrollar su adulto interior lleno de amor y compasión. Funcionan como un niño herido en busca de amor, atención y compasión porque no aprendieron a dárselo ellos mismos y buscan que otros se los proporcionen. Así, reclamar o protestar es una vía que utilizan para intentar obtener eso. La mayoría de las personas no quiere la responsabilidad emocional por otra persona, y renunciará al enfrentar los reclamos.
Las personas acostumbradas a reclamar no son capaces de superarlo hasta que realicen el trabajo interior de desarrollar un adulto que pueda darse a sí mismo el amor, cariño, comprensión y compasión que necesita. Mientras crean que es responsabilidad de otros ser adultos por ellos, no tomarán la responsabilidad por ellos mismos.
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Nuestro niño interior, la parte sentimental de nosotros, necesita atención, cariño, aprobación. Si no aprendemos a darnos eso nosotros mismos trataremos de buscarlo en otros o de aprender a adormecerlo con sustancias y procesos de adicción como alimentos, alcohol, drogas, TV, trabajo, juegos de envite y azar y otros. Si siendo niños vemos que otros logran atención a través del reclamo y la protesta, y eso funciona para que el niño obtenga lo que quiera, entonces puede llegar a ser una adicción.
Como todas las adicciones, el reclamo funciona momentáneamente, pero nunca llenará la profunda necesidad interna de amor de las personas. Esto solo puede ser llenado por nosotros mismos abriendo nuestros corazones a la fuente de amor, y cuando esto se aprende, la gente deja de reclamar.
